El
Restaurante-Cafetería La Cerrallana (tres tenedores) está situado en el
complejo deportivo del mismo nombre a las afueras de Béjar, junto a la salida
central (la 410) de la autovía A-66 de las tres que comunican con la ciudad
textil. Un complejo deportivo que cuenta con piscinas, pistas de tenis y pádel,
campo de golf y circuito de cross y cuya ubicación privilegiada sobre la cima
del altozano homónimo permite contemplar la exuberancia paisajística bejarana
“entre el desierto de Castilla y el erial de Extremadura”, como dijo el poeta
José María Gabriel y Galán. La vista puede recorrer, al frente, todo el macizo
de la Sierra de Béjar, desde el pico Alaiz y la estación de esquí de La
Covatilla, en una punta, hasta los Dos Hermanitos, en la otra; a sus pies,
Vallejera, La Hoya, Candelario y Béjar, poblaciones rodeadas e inmersas en la
frondosa vegetación que hizo al poeta darle el epíteto de “la verde maravilla”.
A sus espaldas, los Picos de Valdesangil que enamoraron al escultor bejarano
que triunfó en París, Mateo Hernández.
El
restaurante-cafetería, lugar ocio y descanso no menos que de celebraciones
familiares, reuniones de negocio y encuentros de amigos, además de escenario de
conciertos de jazz y blues, está equipado con el mobiliario de la mejor
elegancia y consagra su estética a dos reconocidos valores de la idiosincrasia
local: el deporte y la cultura. Por su entorno, lugar de encuentro de
deportistas, rinde tributo a las más destacadas figuras internacionales que ha
dado el deporte local y las disciplinas que se practican a tiro de piedra,
desde el golf al esquí. Sus paredes interiores están tapizadas con una
colección de obras del pintor y ceramista Alberto Hernández, artista
internacional que Béjar luce en su padrón.
La carta que
el comensal puede degustar en la mesa recorre dos territorios de la gastronomía
que se combinan sin hacer frontera: los platos locales tradicionales, con el
exclusivo calderillo bejarano a la cabeza, guiso bandera de la comarca, y los
platos de la cocina más innovadora en su composición, elaboración y
presentación, ya sean carnes, pescados, verduras u hortalizas, con postres que
regresan al arte de elaborar dulces y confituras y una bodega a la vista que
recoge todas las denominaciones de los caldos españoles.